Un reciente estudio realizado con primates ha demostrado que aquellas especies que viven en sociedades más flexibles –formadas por grupos cambiantes e inestables- tienen mayores capacidades cognitivas, necesarias para la adaptación. Por otro lado, estudios realizados anteriormente habían señalado que la competitividad en los grupos sociales de primates ha sido una de las causas del desarrollo de la llamada inteligencia maquiavélica, que permite establecer estrategias de dominio. El estudio del cerebro de estas especies ayuda así a explicar las características del cerebro humano, que habría ido aumentando de tamaño y capacidad sometido a las presiones sociales de su medio. Por Yaiza Martínez.
Al igual que los humanos, los chimpancés y otros primates presentan comportamientos sociales variables, es decir, que se organizan en estructuras sociales inestables. En estas sociedades, los individuos pueden modificar sus relaciones, variando de lealtades y afiliaciones.
A este tipo de organizaciones sociales se las denomina de fisión-fusión. En el caso del chimpancé común, por ejemplo, el apareamiento es promiscuo y no existe una estructura grupal fija. Puede haber grupos sólo de machos, de hembras adultas y su descendencia, grupos de ambos sexos o individuos solitarios.
Los chimpancés presentan, asimismo, un alto nivel de autonomía dentro de la fisión-fusión de los grupos a los que pertenecen. Debido a la frecuente variedad de las formas de asociación de los chimpancés, la estructura de sus sociedades es muy complicada.
Un nuevo estudio sugiere ahora que la flexibilidad social de los chimpancés y otros primates es debida no sólo a la capacidad cerebral de estas especies sino, también, a la propia flexibilidad del comportamiento de sus individuos. Esta flexibilidad sería debida a un desarrollo cognitivo especial.
Capacidad de autocontrol
Los científicos Federica Amici y Filippo Aureli, de la Liverpool John Moores University, del Reino Unido, y Josep Call, del Max Planck Institute for Evolutionary Anthropology, de Alemania, han llegado a esta conclusión tras probar la flexibilidad del comportamiento de siete especies de primates.
Según publica la revista Science, los investigadores sometieron a los animales a cinco tareas distintas que les exigían contención ante la oportunidad de conseguir la comida que les gustaba. Esta capacidad de control inhibitorio es una de las medidas de la flexibilidad del comportamiento en animales.
En una de las tareas, los primates podían elegir entre una porción inmediata de comida y tres porciones de comida que se les suministraba si esperaban un periodo de tiempo.
En otra de las pruebas, los animales fueron situados frente a una caja acrílica con dos pequeñas puertas que se abrían sólo hacia adentro. La comida se colocaba en el interior de la caja justo detrás de una de las puertas, por lo que caía si el animal abría la puerta más cercana al alimento, en lugar de dar un rodeo por la otra puerta para alcanzarla.
Cohesión y menor flexibilidad
Los investigadores señalan que los primates que vivían en sociedades de fisión-fusión –chimpancés, bonobos, orangutanes o monos araña- presentaron mucho mayor control inhibitorio que los gorilas, los monos capuchinos y los macacos de cola larga, todos ellos habitantes de grupos más estables y cohesionados.
Según han explicado los científicos en la revista especializada Current Biology, la composición continuamente variable de los grupos sociales de primates (esto es, con dinámicas de fisión- fusión o dinámicas FF) ha sido propuesta como uno de los aspectos de la complejidad social.
El presente estudio confirmaría que estas dinámicas FF están asociadas con el aumento de determinadas capacidades cognitivas, como la inhibición. Este aumento de las capacidades cognitivas sería fruto, por tanto, del hecho de vivir en sociedades que requieren un esfuerzo extra de adaptación en comparación con otras, dada su naturaleza inestable.
A este tipo de organizaciones sociales se las denomina de fisión-fusión. En el caso del chimpancé común, por ejemplo, el apareamiento es promiscuo y no existe una estructura grupal fija. Puede haber grupos sólo de machos, de hembras adultas y su descendencia, grupos de ambos sexos o individuos solitarios.
Los chimpancés presentan, asimismo, un alto nivel de autonomía dentro de la fisión-fusión de los grupos a los que pertenecen. Debido a la frecuente variedad de las formas de asociación de los chimpancés, la estructura de sus sociedades es muy complicada.
Un nuevo estudio sugiere ahora que la flexibilidad social de los chimpancés y otros primates es debida no sólo a la capacidad cerebral de estas especies sino, también, a la propia flexibilidad del comportamiento de sus individuos. Esta flexibilidad sería debida a un desarrollo cognitivo especial.
Capacidad de autocontrol
Los científicos Federica Amici y Filippo Aureli, de la Liverpool John Moores University, del Reino Unido, y Josep Call, del Max Planck Institute for Evolutionary Anthropology, de Alemania, han llegado a esta conclusión tras probar la flexibilidad del comportamiento de siete especies de primates.
Según publica la revista Science, los investigadores sometieron a los animales a cinco tareas distintas que les exigían contención ante la oportunidad de conseguir la comida que les gustaba. Esta capacidad de control inhibitorio es una de las medidas de la flexibilidad del comportamiento en animales.
En una de las tareas, los primates podían elegir entre una porción inmediata de comida y tres porciones de comida que se les suministraba si esperaban un periodo de tiempo.
En otra de las pruebas, los animales fueron situados frente a una caja acrílica con dos pequeñas puertas que se abrían sólo hacia adentro. La comida se colocaba en el interior de la caja justo detrás de una de las puertas, por lo que caía si el animal abría la puerta más cercana al alimento, en lugar de dar un rodeo por la otra puerta para alcanzarla.
Cohesión y menor flexibilidad
Los investigadores señalan que los primates que vivían en sociedades de fisión-fusión –chimpancés, bonobos, orangutanes o monos araña- presentaron mucho mayor control inhibitorio que los gorilas, los monos capuchinos y los macacos de cola larga, todos ellos habitantes de grupos más estables y cohesionados.
Según han explicado los científicos en la revista especializada Current Biology, la composición continuamente variable de los grupos sociales de primates (esto es, con dinámicas de fisión- fusión o dinámicas FF) ha sido propuesta como uno de los aspectos de la complejidad social.
El presente estudio confirmaría que estas dinámicas FF están asociadas con el aumento de determinadas capacidades cognitivas, como la inhibición. Este aumento de las capacidades cognitivas sería fruto, por tanto, del hecho de vivir en sociedades que requieren un esfuerzo extra de adaptación en comparación con otras, dada su naturaleza inestable.
Camino de ida y vuelta
En la dirección contraria, la flexibilidad que proporcionan a las especies de sociedades con dinámicas FF sus capacidades cognitivas especiales también favorecería una vida social más fluida, señaló Aureli.
Este descubrimiento vendría a corroborar la hipótesis de la Inteligencia Maquiavélica, también conocida como del Cerebro Social, que señala que la intensa competición social fue (y sigue siendo hoy) la principal razón de que el cerebro humano haya evolucionado hasta convertirse en un órgano completamente complejo y que consume el 20% de nuestra energía.
El ser humano, además del control inhibitorio, habría ido desarrollando sofisticadas estrategias “maquiavélicas”, con comportamientos sociales extremadamente complejos como la mentira, la astucia o la creación de grupos para afrontar situaciones muy concretas.
La selección natural promocionó a aquellos individuos cuyas estrategias sociales les proporcionaban éxito social y reproductivo. Sofisticados métodos "maquiavélicos", que implicaban comportamientos sociales como las mentiras, la astucia o la creación de grupos sociales fueron la forma de tener éxito en la emergente y compleja sociedad.
Estudiar el cerebro humano
Éste no es el primer estudio que infiere características del cerebro humano a partir del de los primates. En 2007, por ejemplo, un científico de la Universidad de Chicago, en Estados Unidos, llamado Dario Maestripieri, publicó el libro Macachiavellian Intelligence: How Rhesus Macaques and Humans Have Conquered the World, en el que se señala que el comportamiento social de los macacos rhesus también es parecido al de los humanos.
La especie de los macacos rhesus es una de las más existosas del planeta, y su inteligencia maquiavélica sería una de las razones de su éxito, escribe Maestripieri. Dicha inteligencia no parece en este caso deberse a la flexibilidad de las sociedades de estos primates, según se desprende de un comunicado emitido por la Universidad de Chicago en 2007, sino de su alto grado de competitividad.
En estas sociedades se produce mucha competencia, lo que también requeriría de un gran esfuerzo de adaptación. Los macacos rhesus viven en complejas sociedades dominadas por rígidas jerarquías masculinas. En ellas, el estatus social y el poder se consiguen y mantienen utilizando la violencia y estableciendo complejas alianzas políticas. El sexo también puede usarse con propósitos políticos, señala Machiavelli.
Según el científico, lo que los macacos rhesus y los humanos tienen en común es que las estructuras psicológicas y sus comportamientos han ido conformándose a partir de la competitividad intensa entre los individuos y los grupos sociales, a lo largo de la historia evolutiva de ambas especies.
La presión para encontrar soluciones maquiavélicas a los problemas sociales habría forzado el aumento del tamaño del cerebro humano. La inteligencia maquiavélica sería una aptitud de la que podemos sentirnos orgullosos, aunque también es el secreto de nuestro éxito. Lo mismo ocurre con algunas de las especies de primates del planeta.
En la dirección contraria, la flexibilidad que proporcionan a las especies de sociedades con dinámicas FF sus capacidades cognitivas especiales también favorecería una vida social más fluida, señaló Aureli.
Este descubrimiento vendría a corroborar la hipótesis de la Inteligencia Maquiavélica, también conocida como del Cerebro Social, que señala que la intensa competición social fue (y sigue siendo hoy) la principal razón de que el cerebro humano haya evolucionado hasta convertirse en un órgano completamente complejo y que consume el 20% de nuestra energía.
El ser humano, además del control inhibitorio, habría ido desarrollando sofisticadas estrategias “maquiavélicas”, con comportamientos sociales extremadamente complejos como la mentira, la astucia o la creación de grupos para afrontar situaciones muy concretas.
La selección natural promocionó a aquellos individuos cuyas estrategias sociales les proporcionaban éxito social y reproductivo. Sofisticados métodos "maquiavélicos", que implicaban comportamientos sociales como las mentiras, la astucia o la creación de grupos sociales fueron la forma de tener éxito en la emergente y compleja sociedad.
Estudiar el cerebro humano
Éste no es el primer estudio que infiere características del cerebro humano a partir del de los primates. En 2007, por ejemplo, un científico de la Universidad de Chicago, en Estados Unidos, llamado Dario Maestripieri, publicó el libro Macachiavellian Intelligence: How Rhesus Macaques and Humans Have Conquered the World, en el que se señala que el comportamiento social de los macacos rhesus también es parecido al de los humanos.
La especie de los macacos rhesus es una de las más existosas del planeta, y su inteligencia maquiavélica sería una de las razones de su éxito, escribe Maestripieri. Dicha inteligencia no parece en este caso deberse a la flexibilidad de las sociedades de estos primates, según se desprende de un comunicado emitido por la Universidad de Chicago en 2007, sino de su alto grado de competitividad.
En estas sociedades se produce mucha competencia, lo que también requeriría de un gran esfuerzo de adaptación. Los macacos rhesus viven en complejas sociedades dominadas por rígidas jerarquías masculinas. En ellas, el estatus social y el poder se consiguen y mantienen utilizando la violencia y estableciendo complejas alianzas políticas. El sexo también puede usarse con propósitos políticos, señala Machiavelli.
Según el científico, lo que los macacos rhesus y los humanos tienen en común es que las estructuras psicológicas y sus comportamientos han ido conformándose a partir de la competitividad intensa entre los individuos y los grupos sociales, a lo largo de la historia evolutiva de ambas especies.
La presión para encontrar soluciones maquiavélicas a los problemas sociales habría forzado el aumento del tamaño del cerebro humano. La inteligencia maquiavélica sería una aptitud de la que podemos sentirnos orgullosos, aunque también es el secreto de nuestro éxito. Lo mismo ocurre con algunas de las especies de primates del planeta.
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