Los estilos de vida y el lugar en que vivimos afectan a la expresión de nuestros genes, determinando el funcionamiento de nuestro organismo. Y lo hace en un grado que los científicos no esperaban. Nada menos que el 30% de los genes contenidos en los glóbulos blancos se ven afectados por la presión ambiental. A esta conclusión ha llegado un equipo de genetistas estadounidenses que, estudiando a marroquíes de la etnia bereber que vivían en distintos lugares (ciudad, campo y montaña) y que tenían estructuras genéticas similares, demostraron amplias diferencias en sus expresiones génicas en función del lugar en que habitaban. El descubrimiento implica que hay que tener en cuenta el medio de vida para comprender las relaciones entre genes y enfermedades. Por Yaiza Martínez.
El entorno en que vivimos condiciona la manera en que se produce la expresión génica más de lo que se pensaba hasta ahora, señala un estudio reciente realizado por genetistas de la North Carolina State University, en Estados Unidos.
Así, en grupos humanos cuyas estructuras genéticas sean similares, las expresiones genéticas se pueden diferenciar hasta en un 30% como consecuencia de los estilos de vida y de los entornos en que habiten dichos grupos.
La expresión genética o génica es la transformación de la información codificada en el ADN en las proteínas necesarias para el desarrollo y funcionamiento del organismo. No todos los genes se expresan al mismo tiempo ni en todas las células del cuerpo, sino que dependen para su expresión de sus funciones y, al parecer en mayor proporción de lo que se pensaba, también de la presión ambiental.
Diferencias de expresión
Según publica la North Carolina State University en un comunicado, los estilos de vida y la localización geográfica juegan un papel fundamental en la activación o desactivación de ciertos genes.
A esta conclusión han llegado los genetistas Youssef Idaghdour y Greg Gibson, de dicha universidad, tras estudiar la expresión génica de los glóbulos blancos o leucocitos (un tipo de células sanguíneas) de la sangre de 46 marroquíes bereberes o Imazigen, con estilos de vida distintos: bereberes nómadas del desierto, agricultores de montaña y residentes en ciudades costeras.
Los genetistas norteamericanos colaboraron así con científicos marroquíes para descubrir que hasta un tercio de los genes se expresan de manera distinta dependiendo de donde vivían estos bereberes.
La etnia bereber desciende de los pueblos autóctonos del norte de África, y hoy día constituye la masa de la población de Libia, Túnez, Argelia y Marruecos.
Problemas respiratorios
Tal y como han explicado los científicos en la revista especializada PloS Genetics, nada menos que el 30% del transcriptoma de los leucocitos estaría asociado con las diferencias entre las diversas regiones en las que viven los individuos analizados.
De hecho, “los análisis genéticos posteriores sugieren que aspectos específicos de la función inmune se encuentran fuertemente afectados por factores regionales y podrían influir en la susceptibilidad a enfermedades respiratorias e inflamatorias”.
El estudio de Idaghdour y Gibson empezó estudiando el impacto sobre el sistema inmune del ser humano de la transición de un estilo de vida tradicional a un estilo de vida urbanizado
Los científicos utilizaron los medios más modernos para tipificar la secuencia y la expresión de 23.000 genes humanos y comparar los tres grupos de marroquíes bereberes.
Estos grupos fueron escogidos porque presentan una estructura genética similar, pero al mismo tiempo mantienen formas de vidas distintas en localizaciones geográficas diversas, es decir, que a partir de ellos se podían definir los perfiles de expresiones génicas en función de los entornos o medios de vida.
Relación entre genes y enfermedades
Así, se descubrieron genes específicos afectados por los estilos y lugares de vida. Por ejemplo, descubrieron que los genes relacionados con la respiración son activados de manera más frecuente en la población urbana, a diferencia con la población nómada o agricultora.
La causa para esta diferencia, según los científicos, es que los habitantes de las ciudades soportan mayores niveles de contaminación del aire y a menudo padecen problemas como el asma o la bronquitis. Por tanto, resulta lógico que ciertos genes vinculados a la respiración se activen más en los habitantes de las ciudades que en el resto del grupo escogido para el estudio.
Para Idaghdour, la implicación más importante de este estudio es que personas con una estructura genética similar que se encuentren en diferentes medios presentan diferentes perfiles de expresión génica, hasta un nivel que el propio científico no esperaba encontrar.
Según Idaghdour, “el mismo gen puede estar expresado en la ciudad pero no en un entorno rural. Por tanto, habría que tener siempre en cuenta el medio cuando se analicen las relaciones entre genes y enfermedades”.
Genes y soledad
No es la primera vez que se analiza el medio en relación a la expresión genética en los leucocitos. Tal y como explicamos en otro artículo anterior, en 2007 científicos de la universidad de California en los Ángeles (UCLA) y de la universidad de Chicago revelaron que otro estilo de vida, el de la soledad crónica, también afecta a la expresión de los genes en los leucocitos, en este caso limitando el sistema inmunológico.
Así, el estudio demostró que las personas solitarias tienen una mayor tendencia genética a desarrollar cierto tipo de enfermedades. El análisis del transcriptoma de los glóbulos blancos o leucocitos de la sangre de un grupo de voluntarios que carecían de relaciones personales, en comparación con otros individuos más socializados, reveló que el sentimiento de aislamiento social está vinculado a alteraciones en la actividad del sistema inmunitario, alteraciones que suelen provocar el aumento de señales inflamatorias en el cuerpo humano.
Aunque en este caso no se tuvo en cuenta la similitud de la estructura genética entre los participantes en los análisis del ADN, sí que aparecieron diferencias en las expresiones genéticas de ambos grupos en relación a la ausencia o no de relaciones sociales en sus vidas.
El aislamiento tiene un impacto sobre la biología, aseguraron los científicos, y hasta un grado que afecta a los procesos internos más básicos del ser humano: la actividad genética. Este descubrimiento de complementa ahora con el de las diferentes expresiones génicas encontradas en comunidades bereberes genéticamente afines, confirmando que no todo está predeterminado por la estructura de los genes en la vida de las personas.
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