Un estudio del Instituto alemán Max Planck refuta la creencia que las orugas carecían de la habilidad para detectar bacterias en sus alimentos y abre el camino para el descubrimiento de nuevos antibióticos.
Las larvas del gusano Tricoplusia, objeto del estudio realizado en el departamento de química ecológica del Instituto Max Planck, se alimentan diariamente de grandes cantidades de repollo, tomate y lechuga cuya superficie alberga innumerables microorganismos (bacterias y hongos) que pueden ser peligrosos para su supervivencia.
Para investigar los efectos de la nutrición en el sistema inmunológico de los insectos los científicos se dieron a la tarea de comparar a dos grupos de gusanos: el primero recibió una dieta esterilizada en tanto que el segundo fue alimentado con gérmenes inofensivos como el Micrococcus luteus y Escherichia coli.
Pequeñas crisálidas, larga transformación
Los resultados fueron sorprendentes: “la nutrición de los insectos tuvo efectos claros sobre sus sistemas de defensa” explicó el director del estudio Heiko Vogel quien en compañía de sus colegas Dalial Freitak y David Heckel del Instituto Max Planck así como de Jena y Christopher Wheat de la Universidad Helsinki de Finlandia, observó, por ejemplo, la acumulación de Arylphorin y proteínas anti micro bacteriales en las larvas que recibieron alimentos con bacterias.
Estas defensas no existían, o eran demasiado reducidas, en los gusanos que fueron nutridos con alimentos estériles. También se vio que las crisálidas que recibieron los alimentos no saludables eran más pequeñas y su periodo de transformación claramente más largo.
Arylphorin es considerada como una proteína de memoria en distintas clases de mariposas e investigaciones moleculares demostraron ya hace algunos años que el gene en el cual se encuentra su código se lee con mayor precisión cuando los insectos son confrontados con elementos patógenos.
Que este fuera también el caso con gérmenes que no producen enfermedades sorprendió a los científicos: “parece existir una relación entre la nutrición y el sistema inmunológico” sostiene Vogel, “esto significa que los insectos pueden reconocer también gérmenes inofensivos. El sistema inmunológico de los gusanos es puesto en alerta, quizás para protegerse de posibles generadores de enfermedades”.
Insectos son muy buenos organismo modelo
Para el estudio del aspecto ecológico de la inmunología los insectos son considerados organismo modelo, su ventaja radica en el corto tiempo de desarrollo y, además, ellos no poseen ninguna memoria inmunológica. Su sistema de defensa, a diferencia del de los mamíferos, no produce anticuerpos.
Con este estudio los científicos esperan entender mejor el sistema inmunológico de los insectos y la forma en la cual reconocen las bacterias de tal forma que en el futuro se puedan descubrir nuevos y mucho más efectivos antibióticos.
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