Científicos alemanes han dado un paso importante para liberar a las máquinas nanométricas del llamado "Efecto Casimir". Éste bloquea el funcionamiento de los microscópicos artefactos.
La construcción y funcionamento de máquinas del ámbito nanométrico plantean un problena fundamental: sus piezas se mantienen pegadas a causa del “Efecto Casimir”. Científicos de la ciudad alemana de Stuttgart descubrieron un método para contrarrestar este fenómeno y hacer funcionar sin complicaciones a las máquinas nanométricas.
Para poder efectuar sus experimentos, los científicos alemanes tuvieron que realizar mediciones en millonésimas de metro; es decir, en el ámbito nanométrico. Pero incluso en estas minúsculas dimensiones, el espacio entre dos cuerpos de metal es ocupado por ondas que, a su vez, crean campos electromagnéticos.
Del desequilibrio entre estos campos y el entorno libre de magnetismo nace el efecto descubierto en 1948 por el físico Hendrik Casimir. Una de sus consecuencias es que las minúsculas partes metálicas de las máquinas nanométricas se mantienen pegadas unas a las otras.
Llenar vacíos
Los científicos alemanes realizaron experimentos con una idea central: llenar el vacío entre las piezas con un compuesto líquido a base de agua y aceite que, además, tuviera una densidad precisa. Ello permitió también realizar cambios regulados de temperatura para, con ellos, propiciar la separación de las piezas.
“Descubrimos que nuestros experimentos arrojaban coincidencias asombrosamente positivas con nuestros datos teóricos”, dice el profesor Siegfried Dietrich, de la división de estudios sobre metales en el Instituto Max-Planck, con sede en Stuttgart.
Con este importante paso, las fuerzas de atracción que naturalmente se forman a raíz del “Efecto Casimir” se revierten y mantienen separadas a las piezas. Así se impide que las partes se mantengan unidas y se peguen, lo cual constituye da un importante paso hacia la construcción de máquinas nanométricas realmente funcionales.
Fabulosas expectativas
Las aplicaciones de las máquinas nanométricas podrían ser muy variadas; por ejemplo, la realización de microscópicas intervenciones quirúrgicas con instrumentos que se transportarían en el torrente sanguíneo.
Otros científicos sostienen que con ayuda de tales artefactos podría ser posible reemplazar funciones cerebrales atrofiadas. Pero para ello deberá pasar algún tiempo y deberán consolidarse los resultados obtenidos en Stuttgart. En tanto esto no suceda, muchas de las aplicaciones del universo nanométrico permanecerán como un capítulo interesante de la ciencia ficción en el siglo XXI.
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