Las fronteras físicas que separan a los humanos de los ordenadores desaparecerán completamente en 2020, afectando a los valores humanos, culturales y sociales, lo que obligará a redefinir el marco de relaciones para la interacción persona-ordenador porque las tecnologías computacionales no son neutrales. Esta es una de las conclusiones a las que llega un informe elaborado por un grupo de expertos convocados en Sevilla por Microsoft para analizar el futuro de las relaciones entre personas y ordenadores. Los escenarios resultantes de este ejercicio señalan un panorama marcado por interfaces dinámicos, hiperconectividad, mayor tecno-dependencia, por el fin de lo efímero y por la eclosión de la creatividad a partir de las posibilidades abiertas por ordenadores cada día más sofisticados. Por Yaiza Martínez.
Las fronteras físicas que separan a los humanos de los ordenadores desaparecerán completamente en una década, al mismo tiempo que la tecno-dependencia aumentará, según un informe realizado por Microsoft en el que se abordan escenarios posibles de evolución en la interacción humano-ordenador (HCI o Human Computer Interaction) para el año 2020.
Dado el importante papel que hoy día juegan los ordenadores en muchos de los aspectos de nuestra vida cotidiana, con gran parte de las actividades humanas condicionadas por ellos, Microsoft organizó en marzo de 2007 en Sevilla un encuentro de expertos del que surgieron las ideas que conforman el presente informe. Los expertos consideran que las tecnologías computacionales no son neutrales y que afectan a los valores culturales y sociales, por lo que exponen la necesidad de definir una nueva agenda para la interacción persona-ordenador que permita anticipar impactos y preparar reacciones.
Bajo el título Being Human: Human-Computer Interaction in the Year 2020, el análisis apunta, por ejemplo, a que los medios convencionales con los que los humanos nos relacionamos con estas máquinas (el ratón, el teclado o la pantalla) se transformarán, dando paso a otros medios más intuitivos, como los sistemas de reconocimiento de voz o las superficies sensibles, que nos permitirán manipular los iconos y funciones directamente en la pantalla, con la punta de los dedos.
Un mundo cambiante
Además, en 2020, preconiza Microsoft, aún usaremos el papel, pero también contaremos con nuevas formas de pantallas flexibles que nos permitirán desarrollar nuevas formas de contenidos y de archivos. Por ejemplo, con el papel electrónico podremos crear revistas de redes sociales actualizadas a tiempo real, o ropa capaz de realizar diagnósticos de salud e incluso de desplegar esta información en el propio tejido.
La creciente capacidad lógica de los ordenadores, y su posibilidad de decidir en función de esa lógica, mejorarán por otro lado las habilidades computacionales y las habilidades de los robots, que están cada día más integrados en nuestra vida cotidiana para tareas domésticas, militares y de emergencia. Por eso, en 2020, podremos hacerles preguntas y los robots tendrán la capacidad de anticiparse a lo que queremos.
En lo que se refiere a la memoria digital, ya en la actualidad barata y portátil en múltiples formatos, la usaremos cada vez más, es decir, que cada vez más aspectos de nuestra vida estarán “digitalizados”. En 2020 esta situación generará importantes preocupaciones acerca de la privacidad.
Cinco transformaciones clave
La manera en que pensamos y definimos nuestras relaciones con los ordenadores está en definitiva cambiando radicalmente, así como la forma en que los usamos y dependemos de ellos. El informe de Microsoft ha identificado cinco transformaciones clave en las futuras relaciones entre personas y ordenadores.
En primer lugar, las fronteras físicas entre ordenadores y humanos se difuminan y llegarán a desaparecer completamente: asistimos, según el informe, al fin de la estabilidad del interfaz. Los interfaces se volverán cada vez más cercanos, y los dispositivos digitales si trasladarán a nuestra ropa e incluso a nuestros cuerpos. Por otro lado, los ordenadores llegarán a estar incorporados a nuestro entorno de manera discreta, por ejemplo, en los objetos.
En segundo lugar, aumentará rápidamente la conectividad e incluso la hiper-conectividad. Un medio digital interconectado supone que nos podamos relacionar con el mundo desde cualquier lugar en que nos encontremos: la antigua separación entre estar en el trabajo o en casa desaparecerá, y con ella la línea entre tiempo privado y profesional.
En tercer lugar, con la informática metida en tantos aspectos de nuestra vida, asistiremos a un aumento de la tecno-dependencia. Pero esta expansión no será igualitaria, lo que podría dividir al mundo entre aquellos que tienen acceso al mundo digital y los que no.
En cuarto lugar, estos cambios están produciendo también el fin de lo efímero, porque cualquier actividad que antes considerábamos como sin importancia y sin consecuencias ahora puede registrarse y almacenarse digitalmente: nuestros hábitos de compra, nuestros movimientos e incluso nuestros errores pueden ser archivados para siempre, a veces para no salir nunca a la luz o, quizá, para ser exhibidos ante una vasta audiencia. Esta situación, evidentemente, requerirá de nuevas legislaciones y métodos de autentificación de la información.
Por último, los ordenadores ofrecen cada vez más aplicaciones y herramientas que cualquier usuario puede utilizar de manera creativa, lo que está llevando a un aumento de los propósitos creativos. Esto está teniendo un impacto masivo en la investigación científica, permitiendo la convergencia de disciplinas, como la ciencia computacional, la biología, la química, la física y las ciencias de la tierra en el desarrollo de aplicaciones que puedan ayudar a enfrentar cuestiones esenciales del momento, como el cambio climático o las pandemias.
Preparación para el futuro
Todos estos cambios y la expansión explosiva de los ordenadores y del universo digital necesitarán una estrategia de gestión a tres bandas, señala el informe de Microsoft: una nueva fase de análisis conceptual centrado en el usuario y en sus inquietudes, la creación de un nuevo lenguaje que describa la HCI y que permita a las diversas partes vinculadas entenderse entre sí, así como nombrar conceptos emergentes; e incluir disciplinas en el proceso de evolución de la HCI que permitan tratar temas sociales, morales y éticos.
En definitiva, el informe hace una serie de recomendaciones para ayudar a la transformación de la relación humano-ordenador que tendrá lugar desde ahora hasta el año 2020. Por ejemplo, recomienda explorar nuevas formas de diseño que vayan dirigidas directamente a las necesidades de los usuarios y que abarquen disciplinas y tradiciones culturales diversas.
Por otro lado, se deben establecer claramente las fronteras de la HCI, explorando en qué puede o debe aplicarse y en qué no. Asimismo, se deberían desarrollar técnicas disciplinarias que permitan a la relación humano-ordenador colaborar con otras comunidades de investigación o establecer lazos efectivos en prácticas interdisciplinarias.
Otro aspecto en el que el informe hace hincapié para el futuro es la necesidad de educar a los jóvenes en la relación humano-ordenador, para que éstos aprendan a manejarse, pero también para que conozcan el amplio impacto de la HCI en todos los niveles sociales.
Los investigadores de la relación entre humanos y ordenadores deben ser más y estar mejor preparados que actualmente en 2020, y los gobiernos y las políticas deben a su vez prepararse, sobre todo legislativamente, para lo que está por llegar.
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