Estos son dos de los principales efectos que se evidencian en el país por el aumento de la temperatura a causa de las emisiones de contaminantes.
El mar se está tragando la isla de Tierrabomba
El mar terminó de tragarse la casa de Idilia Girado el 20 de octubre del 2005. Esa tarde estaba más agitado que nunca y las cuatro paredes que ella había levantado con el esfuerzo de toda una vida amanecieron flotando en el agua.
Sus vecinos le comenzaron a anunciar la tragedia desde 1999. "Tu casa ya está encima de la corriente, múdate", le decían. Pero ella nunca les creyó. "Es que a veces somos peores que Santo Tomás", dice.
Esta no fue una tragedia casual. Durante ese atardecer, la vivienda de esta mujer se convirtió en otra víctima del oleaje que ha erosionado más de un 20 por ciento del corregimiento de Tierrabomba, en la isla del mismo nombre, y que también amenaza con tragarse más de un 30 por ciento de esta zona insular, habitada por más de 3 mil personas.
Este territorio rompe el horizonte en la zona de El Laguito, en La Heroica. Desde las ruinas de la casa de Idilia, y como si uno estuviera en la proa de un crucero, los edificios de apartamentos y la zona hotelera se ven como una maqueta, a 2,3 kilómetros de distancia.
Pero todo podría quedar cubierto de agua. Esto ya le ocurrió al planchón donde los 2 mil habitantes del corregimiento bailaban durante las fiestas patronales, y a la cancha de béisbol.
La erosión se ha comido al menos 200 metros cuadrados de suelo, ha destruido 20 casas -las últimas tres en noviembre del año pasado- y hay otras 80 en peligro.
También amenaza con llevarse el cementerio, un poste que sostiene el servicio de energía y el tanque en el que la comunidad almacena las aguas lluvias.
En Tierrabomba no hay acueducto y mucho menos alcantarillado.
Hace dos años el mar destruyó un aljibe, en el que la comunidad guardaba 180 litros de agua. Para Mario Morales, presidente de la Junta de Acción Comunal de la isla, este problema es como un cáncer terminal.
Según el Ideam, es causado entre otras cosas por el aumento de las mareas, producto del cambio climático, que llevan al oleaje a impactar frontalmente la isla.
La Universidad de Cartagena diagnóstico que en algunos sectores, como en el centro y el sur de Tierrabomba, la erosión carcome medio metro de terrenos al año. En otros, como en la parte central, avanza más de siete metros. El análisis sugiere como solución la construcción de 25 espolones, que frenen las corrientes.
Los trabajos están avaluados en 13.823 millones de pesos. Pero el secretario de Infraestructura de Cartagena, Rafael Borré, dijo que allí solo se podrán invertir mil millones de pesos en el 2008 por falta de presupuesto.
Mientras la justicia resuelve el caso, Guillermo Anaya, un abuelo de 70 años, mira todos los días el salvaje mar de Tierrabomba sentado en la terraza de su casa, confiando que algún día sus habitantes lo puedan domar. "Ojalá alcance a ver ese día, para morirme tranquilo", dice.
Con la justicia, habitantes buscan frenar el agua
Con la idea de que los magistrados ordenaran la ejecución de obras para frenar la erosión, instauraron en el 2006 una acción popular.
La Junta de Acción Comunal de Tierrabomba interpuso la medida judicial ante el Tribunal Administrativo de Bolívar.
El caso pasó al Juzgado Sexto del Circuito, que pidió a la Alcaldía reconocer la autenticidad del estudio que contrató con la Universidad.
La respuesta oficial no se ha conocido, a pesar de que podría acarrearle una multa a la Alcaldía. Tampoco un fallo del juzgado para frenar la crisis..
Vientos alisios y corrientes empeoran la situación
La marea golpea frontalmente el territorio, impulsada por vientos alisios con velocidades de 7 y 10 metros por segundo, según mediciones del Ideam.
La erosión se ha comido al menos 200 metros cuadrados de la isla.
La isla también está perjudicada por corrientes que se mueven a una velocidad promedio de 6,29 centímetros por segundo y que aumenta a 8,51 a final de año.
El Ideam explica que la situación de Tierrabomba también está influenciada por el calentamiento global, que ha subido el nivel de las mareas en todo el mundo, un problema que ya se vive incluso en Santa Marta (Magdalena).
A todo lo anterior se suma un sistema de corrientes muy particular, que se mueve a una velocidad promedio de 6,29 centímetros por segundo y que aumenta a 8,51 a final de año.
El desierto de la Tatacoa se crece y se ven venir hambrunas
En 1956 la finca que Vianey Mosquera heredó de su tío, ubicada en la vereda San Alfonso, de Villavieja (Huila), tenía 11 hectáreas sembradas con arroz.
Ahora solo tiene cuatro cultivables. Por eso ella se ha convertido en una de las víctimas del impacto que está generando el desierto de la Tatacoa en el medio ambiente, a causa de un fenómeno llamado desertificación, es decir, la transformación de zonas semiproductivas en terrenos áridos.
Esto ya se percibe en los 10 municipios que hacen parte de esta eco-región, que cobija a cerca de 100 mil personas.
Según la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena (CAM), las zonas desérticas se han extendido alrededor de los 330 kilómetros cuadrados de la Tatacoa, generando graves problemas de abastecimiento de alimentos.
Vianey vive en las faldas del desierto, donde sus habitantes ya han sufrido hambrunas por el verano.
Las causas son variadas pero se concentran básicamente en los drásticos cambios climáticos que se están percibiendo en el área, y en los que tiene incidencia el calentamiento global.
Ya no llueve como antes y las escasas precipitaciones se están concentrado en pocos días del año.
El hombre también ha producido impactos, extendiendo las fronteras agrícolas. A ello se suma la deforestación de los bosques.
La desertificación también afecta a municipios como Colombia, Villavieja, Aipe, Yaguará, Tello, Baraya, Neiva, Rivera y Campoalegre, vecinos de la Tatacoa.
Esta problemática fue reseñada en un estudio realizado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y presentado por el Ministerio Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial.
"La situación es preocupante, el Huila está en un porcentaje muy alto de degradación de suelos, y el desierto está avanzando hacia el centro y sur del departamento", dijo Rey Ariel Borbón, director de la corporación.
Expertos de la facultad de Ingeniería de la Universidad Surcolombiana también respaldan el aumento de la desertificación.
Según esta institución, el problema se extiende por todo el valle del Magdalena, hasta el Tolima, e incluso por Girardot, en Cundinamarca.
De acuerdo con el estudio de las Naciones Unidas, que hace un balance global, el 90 por ciento de las poblaciones asentadas en zonas secas o desérticas pertenecen a territorios de naciones subdesarrolladas, lo que agrava los problemas de pobreza. En el 17 por ciento del territorio colombiano también se percibe este problema.
Ángel Alberto Cleves, de 69 años, y que hoy cuida un pequeño observatorio astronómico que hay en el corazón de la Tatacoa, resume la crisis con una frase: "Hace 40 años se comían hasta cáscaras de yuca y la sepa de las matas de plátano. Después ya no hubo más a que tirarle".
Agricultores van a clases para aprender a cuidar
Para reducir la desertificación, el Ministerio de Medio Ambiente está capacitando a los campesinos como promotores ambientales.
La idea es darles algunos estímulos para que apliquen prácticas sostenibles en sus trabajos agrícolas, que aprenden en talleres que están recibiendo en Neiva.
Allí les enseñan cómo cuidar la tierra. Ya son 100 familias las que se benefician de este programa en Huila, en el que se han invertido cerca de 300 millones de pesos.
La zona del desierto fue incluida en el 'Plan de Acción Nacional de Lucha Contra la Desertificación y la Sequía ( PAN) y busca ser declarada Área Natural Protegida.
Se agota la tierra ganadera
580.000 hectáreas, de un total de 1.942.000 que posee el Huila, se han vuelto improductivas y tienden a aumentar las extensiones desérticas.
Las altas temperaturas, las tormentas, la confluencia de los vientos, la conformación del valle del río Magdalena y la implementación de cultivos de arroz conllevan a agravar la desertificación en este departamento.
20 millones de hectáreas para agricultura se pierden en el mundo por este problema, lo que ha agudizado el panorama de pobreza, principalmente en los países menos desarrollados.
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